jueves, 28 de marzo de 2013

Un país sin memoria - OPINIÓN




Quizá para las nuevas generaciones les sea un poco indiferente el nombre de Luis Carlos Galán, José Antequera, Jaime Pardo Leal, Jorge Enrique Pulido, Diana Turbay, Bernardo Jaramillo Ossa, Carlos Pizarro y cientos de colombianos que marcaron una parte de la historia del país.

Digo poco indiferentes, porque en las últimas series de televisión, por cierto las más exitosas en materia de audiencia, han sido reflejados como parte de la historia que rodea a los “protagonistas” de dichos programas.

Diferentes pensamientos políticos, ideologías y formas de ver la vida, terminaron siendo víctimas de la violencia que rodeaba a nuestro país en los años 80’s y que ahora vuelve a renacer, no solo con las series de televisión, sino también con propuestas de otros índoles como revivir un partido político prácticamente exterminado por la misma violencia.

Prueba de la diversidad de pensamiento político y de ideas que tenían estas personas es que Luis Carlos Galán, era precandidato presidencial liberal; Antequera, Pardo Leal y Jaramillo Ossa dirigentes de izquierda; los periodistas Jorge Enrique Pulido y Diana Turbay; Carlos Pizarro ex militante de un grupo guerrillero y candidato presidencial. Eso por nombrar algunos, ya que el número de víctimas de la violencia política puede ser más escalofriante, pues datos independientes estiman que entre 1988 hasta 1991, murieron unos 14 mil colombianos. Hacia 1994, datos calculados por organizaciones de derechos humanos sitúan la cantidad de muertes por violencia política en 20 mil (cifras tomadas de wikipedia).

Quizá para los que tienen menos de 32 años es un poco complejo saber quiénes son estos personajes de la historia colombiana, así como muchos otros. Algunos ni siquiera sabrán que un ex presidente como Ernesto Samper (1994-1998) fue víctima del mismo atentado en el que resulto muerto José Antequera en 1989 y que aún está vivo gracias a la pericia de los médicos o de un milagro según como lo quieran tomar algunos.

Es curioso ver como las producciones más vistas en el último año, tienen que ver con ese tema y los jóvenes de ahora los tomen como hechos de ficción, no solo en el país sino en la franja centroamericana y quien sabe en cuantos lugares más. Muchachos, siento desilusionarlos, pero no es ficción, fueron hechos que de verdad ocurrieron en un país como este y que tienen más profundidad del que se refleja en la televisión.

Que si ¿es apología a los bandidos?, como algunos dicen. A mí no me parece, tengo claro que lo que se trata de hacer, en parte, es buscar que se recuerde el dolor de una generación de colombianos, para que estos hechos no vuelvan a ocurrir, porque como dice la frase cliché: “el que no recuerda su historia tiende a repetirla”…

Es triste como un documental en youtube tiene que ver con Colombia y el impacto que en los niños tienen las series que muestran la violencia de nuestro país, hablo específicamente de tres: ‘El Capo’, ‘Pablo Escobar’ y ‘Tres Caínes’. Los menores en ese documental expresan su deseo de parecerse a los protagonistas de estas series, por diferentes razones (ver vídeo), pero la que en mi opinión es la principal causa, es que nadie se ha tomado el trabajo de explicarles que estos son personajes que aunque aparecen en la televisión, representados magistralmente por unos actores talentosos, no son ficción, son basados en hechos reales y que no le causaron nada más que daño a la sociedad colombiana.


No juzgo a los actores, es su trabajo, lo hacen lo mejor que pueden, porque son profesionales, o ¿alguien tiene algo por decir de Julian Román (@JulianRoman), o de Andrés Parra (@SoyAndresParra)? Pero detengámonos y ayudemos a que los más jóvenes sepan lo que en realidad ocurrió en el país con estos personajes.; esa es una labor de todos los que sentimos una responsabilidad con nuestro país para mantener la memoria histórica que logre algún día dejar de repetir los mismos errores.

Por eso mismo, es que escribo estas líneas, para decir que lo que en Colombia se vivió en la década de los 80’s e inicios de los 90’s no fue ciencia ficción, no fue una novela o una serie de televisión, fue una realidad que dejo familias huérfanas, que dejó cientos de fosas llenas en los cementerios, fue real. Sino pregúntenles (personalmente o gracias a la tecnología) a las familias de Luis Carlos Galán, Diana Turbay, Bernardo Jaramillo Ossa, Carlos Pizarro o cualquier otro que haya sido víctima de esa sangrienta década para la historia de nuestro país.

Tratemos de que lo que vivimos no vuelva a pasar, no olvidemos nuestra historia, no es bueno repetir esta época de violencia, para ello intentemos que los que no saben, lo sepan y no lo olviden, que en Colombia murió una generación de políticos, abogados, periodistas, economistas, amas de casa, educadores, en fin, personas que tal vez habrían podido hacer mucho más por su país…


A Luis Carlos Galán lo asesinaron antes de iniciar un discurso político, como parte de su campaña por la presidencia en representación del Partido Liberal, en el municipio de Soacha en agosto de 1989.




 
José Antequera, fue asesinado en el Aeropuerto Internacional ‘El Dorado’ de Bogotá en marzo de 1989, en ese mismo atentado resultó herido de muerte Ernesto Samper Pizano. Antequera pertenecía al partido político de izquierda Unión Patriótica - UP, mientras que Samper al partido Liberal. Este último aún está vivo y como se titula un libro de García Márquez puede “vivir para contarla”.





Jaime Pardo Leal, candidato presidencial en 1986, uno de los principales dirigentes de la izquierda colombiana y miembro de la UP, fue asesinado en octubre de 1987 en el municipio de La Mesa, Cundinamarca, luego de realizar acusaciones por nexos con el narcotráfico y el mal llamado paramilitarismo.

Bernardo Jaramillo Ossa, candidato presidencial de la UP, asesinado frente a su esposa en el Aeropuerto ‘El Dorado’, murió en marzo de 1990, a la edad de 34 años, uno de los políticos más jóvenes del momento.

Después de este asesinato, muchos dirigentes y militantes de la entonces Unión Patriótica, salieron del país para proteger sus vidas y las de su familia.















Carlos Pizarro Leongómez,  luego de la dejación de armas del grupo guerrillero denominado como Movimiento 19 de abril, M-19, decidió conseguir el poder con el favor popular, lanzándose a la presidencia a nombre del Movimiento ADM-19 (Alianza Democrática M-19). Creyendo firmemente en el perdón por el daño causado al país y en la democracia, murió en abril de 1990 a bordo de un avión.





Jorge Enrique Pulido, periodista, murió en noviembre de 1989, luego de estar en cuidados intensivos desde el 29 de octubre, producto de un atentado registrado en Bogotá, como parte del plan que la mafia de nuestro país tenía para callar a los periodistas.

Diana Turbay Quintero, la razón por la que muchos desde pequeños sabíamos que algún día seriamos periodistas. Murió en enero de 1991, luego de permanecer secuestrada casi cinco meses por el Cartel de Medellín. Su secuestro se produjo junto a varios de sus compañeros del noticiero de televisión que ella dirigía, algunos siguen ejerciendo su profesión, como Azucena Lievano, por ejemplo.






Su asesinato, junto con el de otros cientos de periodistas, así como el secuestro de otro tanto, nunca debilitó el coraje de la prensa por siempre decir la verdad y denunciar a los que le hacían daño al país…









Una parte difícil de nuestra historia que no se puede olvidar, para evitar repetirla. Historia que muchos estamos comprometidos en recordar para blindar a las generaciones futuras de cometer esos mismos errores y que a su vez es una forma de brindar un homenaje a esas familias que sacrificaron sus seres queridos por un país mejor.




@NICOLASRINCON

Fotografías tomadas de internet, diferentes medios de comunicación

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