El domingo 21 de abril de 2013, en
el espacio “Conversaciones que le cambiarán la vida” en la FILBo, se
encontraron Juan José Millás y Guido Tamayo para hablar del oficio del escritor
y de la obra que Millás publicó recientemente con editorial Seix Barral, Vidas al límite. Quien aquí
escribe asegura que, como lector de Millás, salió absolutamente complacido de
la conversación y tiene ahora la convicción de que no hay que mentir para
encantar a un público.
Millás, con la misma paciencia con que el minutero
persigue al segundero, dice ante su auditorio que quien se acerca a la lectura
o a la escritura está mal. Mal en el sentido en el que buscarse en un libro
implica estar inconforme con algo en el mundo real, si no con todo lo que en él
hay. No dijo que leer o escribir fuese malo. El escritor y periodista español
apunta : “lo único que le incita a leer a un chico, a una chica de quince años
es estar jodido”, y el público ríe. Una risa que baila entre la incomodidad de
saberse descubierto y la tranquilidad de sentirse comprendido, se extiende por
la sala y Millás, escritor y lector, procede entonces a hablar sobre su oficio
en las letras. El lector y el escritor deben entenderse dentro de un mismo
orden, hablar un mismo lenguaje, saberse como dos caras de una misma moneda, el
escritor le dice a su lector: tu razón y la mía son la misma.
Pero
lo de la lectura fue solo un pequeño comentario al margen del evento, pues la
conversación versó de mucho más: el oficio de escribir, los tipos de personajes
sobre los que se escribe, el proceso de creación del escritor y sus
motivaciones entre otras tantas cosas, fueron temas que se trataron durante la
hora y media de conversación que se quedó corta, pues seguramente el público
habría deseado más.
Millás
respondió a las preguntas de Guido Tamayo con la tranquilidad de quien habla
entre amigos, e hizo gala del humor irónico que se lee en su obra y de la
sinceridad natural que caracteriza
a su prosa. A quien tenga dudas de que escribir es un oficio, le ha de quedar
claro que el del escritor, para Millás, es un oficio tal como el de fontanero o
relojero: en todos se busca una eficacia, una utilidad, en palabras del autor:
“cuando escribes, todo lo que pones debe estar al servicio de algo, debe ser
parte de un circuito, cumplir un fin”.
De
ese cuidadoso proceso creativo del oficio del escritor, que pone cada palabra
en su obra pensando en la utilidad que debe cumplir dentro de la maquinaria,
resulta con éxito una obra funcional en sí misma:Vidas al límite. Sobre
esta pieza, producto de un seguimiento periodístico que, según Millás, podría
haber llevado por título “El proyecto sombra”, se habló en la segunda mitad de
la conversación. Vidas al
límite, de editorial Seix
Barral, es el trabajo que publica Millás después de haberse convertido en la
sombra de personas “comunes y corrientes”, pues el autor tiene la certeza de
que “la gente normal es la más rara”; así, se dispone a escribir sobre vidas
normales como la de una mosca y la de un hombre que le permite convertirse en
su sombra en su último día de vida. Y escribiendo sobre vidas, Millás habló a
su auditorio y dejó flotando en el aire los comentarios que seguramente dieron
un vuelco a las vidas de quienes, esa noche confimaron que Millás es un relojero.
Prensa Feria del Libro
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