jueves, 25 de abril de 2013

“Los escritores no sirven para nada”


Una historia de amor con la literatura se tomó el auditorio principal de Corferias.

Tan numerosa como las publicaciones del Nobel francés, se fue formando la fila para entrar al auditorio principal de Corferias. La cita con Jean-Marie Gustave le Clézio, el existencialista que marcó toda una tradición literaria, empezó a las 6 de la tarde bajo el marco de la Feria Internacional del Libro de Bogotá – Ecopetrol, FILBo 2013. Los inquietos asistentes entraron a la sala acompañados de un calmado entusiasmo que los condujo a esas sillas tan azules como la mirada infinita del invitado. 
Con una ráfaga de aplausos desuniformes, el público recibió a los interlocutores. La conversación se mantuvo con el escritor colombiano Óscar Collazos, quien confesó frente al auditorio  tener pánico escénico  por presidir la conferencia con el personaje más esperado de la Feria. El francés de considerable estatura, se convirtió en el blanco de miradas y destellos que bombardeaban desde todos los frentes. El resplandecer de las cámaras estuvo presente durante todo el diálogo.
Hablando en un español conciso y fuerte, acompañado de ese acento carrasposo propio de los galos, Le Clézio habló de su historia de amor con la literatura latinoamericana. Ésta que le ofreció un estilo completamente diferente. Variedades de surrealismo que se generaron con un entusiasmo, no puramente abstracto, con una visión sensible a la realidad.
El auditorio pareció desocuparse, sumergiéndose en la profundidad de cada palabra, que formaba ese mar de cultura volcánica e incesante que llegó a manos de un hombre. Un novelista de ficción, desconfiado de la ciencia, que confesó no encontrar diferencia alguna entre la historia y el mito. A lo que agregó que eso era invento de Harvard. Todos rieron, esta vez uniformemente.
En los tiempos de la desgracia europea, la literatura era débil y parecía no tener fuerza. Éste fue el escenario de sus primeras obras que lo llevaron a iniciar una vida extraterritorial. Su historia se convirtió así en la de un viajero inocente, completamente inculto, que aprendió a entender a esa gente tan indiferente y con curiosidad benevolente. Era un viajero ajeno, un testigo, un indígena. En la frontera colombo panameña cuando convivió con los Emberás con quienes confirmó la existencia del bien y el mal en el ser humano.
La obra de Jean-Marie Gustave Le Clézio es un juego constante de espejos que surgió a partir de experiencias que no tuvieron como protagonistas territorios sino seres humanos. “Los escritores no sirven para nada, y ese era mi destino, ser perfectamente inútil”. Con esa  inutilidad como aliada, ha publicado más de 50 libros y fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura  en 2008.
Quiere seguir escribiendo hasta el último momento. No hay nada más emocionante y completo que tener una hoja de papel ordinario y un bolígrafo, ése es el placer y el éxito, dijo el Nobel mientras enseñaba a ver la cultura como un remolino donde el centro es vacío y hay que salir a la periferia para aprender.
El cierre trajo consigo la protocolaria firma de libros. Los expectantes lectores se formaron con agilidad en una línea que solo lograron contener los muros del auditorio. Con calma y sin afán alguno, Jean-Marie Gustave Le Clézio se despidió de cada uno de los asistentes durante una hora y media, dejando que las hojas de papel absorbieran esa tinta que permanecerá también en los corazones de los lectores.
  
Prensa Feria del Libro

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