Aunque las
madres y padres que trabajan tienen casi las mismas probabilidades de pensar en
los asuntos familiares a lo largo del día, este tipo de trabajo mental está
asociado con un aumento del estrés y las emociones negativas sólo en el caso de
las madres, según concluye un nuevo estudio que se presentará en la 108ª
reunión anual de la Asociación Americana de Sociología, que se celebra desde
este sábado en Nueva York (Estados Unidos).
"Supongo
que porque las madres tienen la responsabilidad principal del cuidado de los
niños y la vida familiar, cuando piensan en los asuntos de familia, tienden a pensar en los aspectos menos
agradables, como el tener que ir a recoger al niño de la guardería o tener que
programar una cita con el médico para un niño enfermo, por lo que son más
propensas a estar preocupadas", explicó la autora del estudio, Shira
Offer, profesora asistente en el Departamento de Sociología y Antropología de
la Universidad de Bar-Ilan en Israel.
Mucho se ha
escrito acerca de la división desigual del trabajo doméstico y el cuidado de
los niños, pero la inmensa mayoría de los estudios en este campo examinan
comportamientos específicos, según la investigadora. "Estos estudios se
centran en el aspecto físico de las tareas y las demandas, que pueden ser
medidos y cuantificados con relativa facilidad. Sin embargo, gran parte del
trabajo que hacemos, tanto remunerado como no remunerado, tiene lugar en
nuestra mente", destaca esta experta.
El estudio
se basa en datos de '500 family study', una investigación multimétodo sobre las
experiencias de familias trabajadoras de clase media con información completa
de 1999-2000 de familias que viven en ocho comunidades urbanas y suburbanas en
Estados Unidos. La mayoría de los padres tienen educación alta, ocupaciones
profesionales y trabajan, en promedio, más horas y aportan unas ganancias más
altas que las familias de clase media en otras muestras representativas a nivel
nacional.
En general,
los autores encontraron este trabajo intelectual es de aproximadamente 29 y 24
horas semanales para las madres y padres, respectivamente, pero las madres y
los padres gastan alrededor del 30 por ciento del tiempo de su trabajo
intelectual en pensar sobre los asuntos de familia. "Esperaba que la
brecha de género en el trabajo intelectual, especialmente aquellos aspectos que
están relacionados con la familia, iba ser mucho más grande. Lo que mi
investigación muestra es que en realidad las diferencias de género en el
trabajo mental son más una cuestión de calidad que la cantidad", subraya.
Pensar en
las cuestiones familiares afectó negativamente en el bienestar de las madres,
pero no de los padres, según la directora del estudio, quien cree que las
expectativas sociales empujan a las madres a asumir el papel de administradoras
del hogar y llevarlas a abordar de manera desproporcionada los aspectos menos
agradables de cuidado de la familia. "Creo que lo que hace de este tipo de
trabajo intelectual una experiencia negativa y estresante para las madres en
general sólo es que ellas son las juzgadas y consideradas responsables de las
cuestiones relacionadas con la familia", resumió.
(EuropaPress)
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