En este Día Internacional de
la Mujer, imaginamos un mundo libre de violencia contra las mujeres y las
niñas, un mundo en el que las mujeres y las niñas no teman ser atacadas en sus
hogares o comunidades, uno en el que quienes piensen en atacarlas sepan que
serán castigados por sus crímenes.
El lema de este año para el
Día Internacional de la Mujer es “Una promesa es una promesa: acabemos con la
violencia contra la Mujer”.
Y así es. Ha llegado el
momento de acelerar las acciones para acabar con estos abusos. En 1995, en la
Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, los gobiernos identificaron la
violencia contra las mujeres como una violación de los derechos humanos y un
“obstáculo para el logro de los objetivos de igualdad, desarrollo y paz”.
Pero la persistente
prevalencia de violencia contra las mujeres —hasta siete de cada 10
mujeres llegan a sufrirla en algún momento de sus vidas— demuestra que
las promesas de acabar con ella no se han cumplido.
Hoy es un buen día para
reconocer y alzar la voz contra la calamidad que supone la violencia contra las
mujeres. Pero tenemos la obligación de hacer más que eso.
La prevención y eliminación de
la violencia contra las mujeres requiere liderazgo y voluntad política
respaldados por acciones y recursos.
Requiere la aprobación y
aplicación de leyes nacionales que aborden y castiguen todas las formas de
violencia contra las mujeres y las niñas. Queda mucho por hacer en este
aspecto: hay más de 35 países donde la violación conyugal no se considera como
conducta criminal. Más de 630 millones de mujeres viven en países en los que la
violencia doméstica sigue sin considerarse un delito.
Es preciso contar con enfoques
integrados que permitan coordinar la acción de gobiernos, organizaciones de la
sociedad civil y sistemas legales y judiciales para garantizar que las víctimas
reciben apoyo, tienen acceso a servicios de asistencia legal y a los sistemas
de justicia, y que los autores reciben su castigo.
Comunicaciones PNUD
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario