Hace 30 años en Colombia se veía, como novedad, un partido del futbol profesional colombiano en la televisión. Se trataba del inicio del octogonal final del campeonato y tenía como protagonistas a Millonarios contra el Unión Magdalena. Corría la noche fría capitalina cuando se llevaba a cabo este encuentro deportivo, que habría pasado como una simple anécdota de no ser porque era la forma en que se distraía a todo un país mientras en el centro histórico de Bogotá las cosas eran a otro precio.
Poco antes del medio día de ese 6 de noviembre de 1985, más de 30 integrantes del M-19 entraron por el único acceso posible, diferente a la puerta principal, del Palacio de Justicia. Iban con la intensión de tomarse por las armas el icono de la justicia colombiana para hacer un juicio político al entonces presidente de la República, Belisario Betancur.
Creo que ninguno de los protagonistas de esta toma, sabían las consecuencias que esto tendría en la historia nacional y mucho menos el triste final con más de 100 muertos entre jueces, visitantes, abogados, militares y guerrilleros.
Nadie justifica lo que ocurrió en torno a la toma del Palacio de Justicia en aquel noviembre de 1985; muchos ni siquiera lo vivieron en carne propia, otros como los integrantes de mi generación conocieron sobre la llamada ‘Toma y Retoma del Palacio de Justicia’ por documentales, películas, comentarios de los abuelos, por uno que otra reseña en los libros de historia de inicios de los 90’s. Y los más jóvenes, conocen en parte esta historia gracias a los contenidos que hay en la internet.
30 años han pasado de esta triste historia que no vale la pena reseñar o recordar en detalle pero vale la pena no olvidar, seamos jóvenes o viejos, para NUNCA volver a repetir el dolor de cientos de familias que aún hoy en 2015 siguen llorando, siguen recordando, siguen sintiendo la muerte o la desaparición de uno de sus seres queridos en el templo de la justicia colombiana.
Vale la pena hacer memoria sobre lo que estábamos haciendo hace 30 años, muchos no quieren recordarlo pero para evitar cometer los mismos errores se debe hacer ese ejercicio, incluso a costa de lágrimas y dolor.
Han sido 30 años de historias, de dolor, de juicios ante la justicia y morales, de interpretaciones... En 30 años el hijo del presidente de la Corte es el ministro de Justicia, por ejemplo; en 30 años se han encontrado nuevas historias de lo ocurrido en aquel 6 y 7 de noviembre.
Una clase de historia que muchos aún pueden contar, otros que la conocimos con el tiempo pero que todos en Colombia y el mundo debemos aprender para nunca repetir.
Hoy es un momento para recordar a las víctimas y sus familias, un momento para valorar cada una de las cosas con las que contamos porque en cualquier momento pueden terminar. Hoy, 30 años después es un buen momento para recordar a esos héroes anónimos que murieron en defensa de la democracia colombiana.
Escrito por: @NICOLASRINCON
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